
La introducción masiva de tecnología obsoleta
muchas veces termina logrando exactamente
lo que dice querer evitar. Se produce una coincidencia
entre los sectores más conservadores del establishment
educativo y los sectores más conservadores del
mundo de la tecnología y de los negocios, convirtiendo
lo que podría haber sido una aventura del espíritu
y una plataforma para la equidad y la calidad en una
chabacana repetición de lo preexistente amplificado
por las potencias tecnológicas. Urge complementar
estas intervenciones con la creación de un contexto
que permita apropiarse de esos episodios de aprendizaje
a partir de una conversación intensa, prolongada
y masiva de los alumnos entre sí. Los alumnos
no son simplemente objetos de aprendizaje (repositorios
para reforzar nuestro narcisismo de sujetos
supuestos saber, oh ominosa sombra lacaniana),
sino fuente de aprendizaje —pero no declamada
sino efectiva—, como lo vemos semana a semana en
el Proyecto Facebook actualmente en curso de implementación
en la Universidad de Buenos Aires. Si esta
experiencia es tan fascinante, es porque muestra en
estado práctico lo que muchas veces entrevimos,
rara vez aceptamos y mucho menos quisimos reconocer,
o sea, que no sabemos qué es lo que queremos
enseñar. Y ello por infinitos motivos; uno de los más
importantes es el hecho de que «cómo aprender»
cambia constantemente y no puede ser enseñado
de una vez para siempre.
2 comentarios:
Ahora bien, surge esta interrogante!
Creen ustedes que se puede hacer un buen uso educativo del Facebook?
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